Introducción Los tratados de 1815 no sólo habían repartido una parte del mundo entre los vencedores de Napoleón I Bonaparte, sino que iban a asegurar también el mantenimiento del absolutismo, de la tradición, del orden y de la religión, contra un posible retorno de la «hidra revolucionaria». Además, el Pacto de Chaumont había establecido conferencias regulares entre los «cuatro grandes» (Inglaterra, Imperio austríaco, Prusia y el Imperio ruso) para organizar la defensa de la Restauración contra toda tentativa de desórdenes revolucionarios.